Las 8 ramas del Yoga según Pajañjali

las8ramasdelyoga patanjali raja yoga Apr 24, 2024
las 8 ramas del yoga

Seguimos nuestro viaje explorando y aprendiendo en mayor profundidad sobre la filosofía del Yoga, lo que sin duda resultará en un enriquecimiento de nuestra práctica personal. Tomaremos una de las sendas, la senda del Raja Yoga para lograr entender qué son y de donde vienen las 8 ramas del yoga. Además es importante recordar que nuestra escuela es una escuela de Raja Yoga, que se basa en los Yoga Sutra de Patanjali, por lo que conectar con su base filosófica es de suma importancia.

Patanjali fue un escriba que hace 2000 años atrás, recopiló, sistematizó y escribió en su libro Yoga Sutras, un yoga que ya existía (Raja Yoga), organizándolo en un sistema de 8 pasos (Peña). Patanjali llamó a esta sistematización del yoga, Ashtanga, ya que “ashta” significa ocho y “anga” significa parte. En otras palabras, Ashtanga Yoga, según los Yoga Sutras de Patanjali, es el Raja Yoga, y cabe mencionar que es diferente al Ashtanga Yoga Vinyasa que es un método de práctica de posturas de secuencia creado hace aproximadamente 100 años por Patabhi Jois (Peña). Ashtanga es entonces el sistema de yoga que sistematizó Patanjali hace 2000 mil años atrás, y el Ashtanga Vinyasa Yoga es el método creado por Patabhi Jois que tiene una serie maestra (Peña).

Estas 8 ramas del Yoga descritas por Patanjali, describen un camino para lograr la iluminación y la unión con la divinidad, y tienen un orden lógico, en que cada una se basa en la anterior (Peña 16). 

Las 8 ramas del Yoga son:

  1. Yama: restricciones
  2. Niyama: obligaciones
  3. Asana: asiento
  4. Pranayama: control del prana a través de la respiración
  5. Pratyahara: introspección
  6. Dharana: concentración
  7. Dhyana: meditación
  8. Samadhi: absorción, estado de unión

Para profundizar en cada una de las ramas, nos basaremos en el libro Árbol del Yoga, de B.K.S Iyengar, donde se explican estas 8 ramas o pasos como partes de un árbol. De esta manera las raíces representan yama, el tronco niyama, las ramas asana, las hojas pranayama, la corteza pratyahara, la savia dharana, las flores dhyana y la fruta samadhi (Iyengar 57).


Para tener una buena raíz que nos sostendrá en nuestro viaje hacia la unión con la divinidad, es necesario tener un código moral con todo lo que nos rodea, inclusive con nosotros mismos, y los yamas son este código moral. Sin él, no podremos avanzar en nuestro viaje, no podremos lograr aquietar las fluctuaciones de nuestra mente, y no lograremos experimentar la unión con la divinidad. Dentro de los yama encontramos: Ahimsa (no-violencia/no causar dolor), Satya (verdad/no engañar/no mentir), Asteya (no robar), Brahmacharya (conservación consciente de la energía/prana), y Aparigraha (no codiciar/no acumular/estar desapegado) (Peña). Y cada uno de estos yamas los podemos aplicar en nuestra vida personal y en nuestra práctica de yoga. Debemos practicar la no-violencia hacia otros y hacia nosotros mismos, incluso durante nuestra práctica, donde hacer un asana que nos causa dolor es violencia, y el concientizarse de esto cambiará la manera de que hacemos yoga en nuestra práctica diaria y profesional. Practicar Satya, incluye no engañarnos a nosotros mismos, si no sabemos algo se lo preguntamos a nuestro maestro o maestra, si no sabemos hacer algo, lo decimos en vez de mentir, porque ni hay que demostrarle nada a nadie (Peña). Practicar Asteya incluye no reclamar nada que no me pertenezca, incluyendo propiedad material, tiempo, emoción y crédito; en otras palabras, no te apoderes de lo que no es tuyo (Peña 17). Practicar Brahmacharya incluye ser cuidadosos y amorosos con cómo gastamos nuestra energía. Es importante saber dosificar la energía durante la práctica de yoga (Peña). Practicar Aparigraha incluye no codiciar la práctica de otros (Peña); es importante dedicarse a nuestra propia práctica personal y cultivar nuestro Sadhana individual y particular (Peña).

Una vez que tengamos nuestra raíz firme, lo que sostendrá al árbol será su tronco. Lo que hará que ese tronco sea fuerte, ancho, y firme, dependerá de las conductas y acciones que emprenderemos con nosotros mismos, y estas incluyen: Saucha (limpieza/pureza de mente, cuerpo y corazón), Santosha (contento/satisfacción con lo que se es, con tu practica), Tapas (disciplina,austeridad/el camino requiere dedicación y esfuerzo), Svadyaya (estudio de uno mismo), e Isvara Pranidana (entrega a un poder superior/entrega a la divinidad) (Peña).

Ahora bien, para que este árbol pueda sostener la vida, necesita expandirse a través de sus ramas y sus hojas. Las ramas corresponden al tercer anga: Asana, que es el asiento firme y cómodo (Peña). En muchos lugares se interpreta Asana como posturas de yoga, y desde este punto de vista, las posturas ayudan a calmar la mente, enfocándonos en el cuerpo físico, conectándonos con él, usándolo como una herramienta en este viaje de iluminación.  Sin embargo, para Patanjali el asana es la postura de meditación, y no una postura de yoga (Peña).  

Las hojas le entregarán al árbol una conexión con el sol, con la energía vital, y corresponden al cuarto agna: Pranayama. A través del Pranayama, podemos regular la energía vital, el prana, para la relajación o para crear energía (Peña). Nos ayuda también a calmar la mente, preparándonos para entrar en un estado de contemplación más profundo.

Luego de transitar los cuatro agnas anteriores, el camino sigue con Pratyahara, que es la extracción de los sentidos. Traemos los sentidos desde la periferia de la piel, hacia el núcleo del ser, el alma (Iyengar 84), tal y como lo hace la corteza del árbol, que lo cobija y lo sostiene desde la periferia, separándolo de lo externo, permitiéndole ir hacia adentro, a conectar con lo que yace en su corazón, su alma infinita.

Una vez adentro, cobijados del exterior por la corteza del árbol, podemos concentrarnos en un punto único de atención, en la savia del árbol que corre dentro de él, aquel jugo que transporta la energía en su viaje hacia el interior (Iyengar 88). La savia representa a Dharana, que es la concentración o atención completa que lleva a la mente dispersa a un estado de control (Iyengar 88). De manera práctica, es la concentración y atención en algo en particular, en un objeto o persona (ej. en un mandala), en un lugar, o en un área como el entrecejo o el corazón (Peña), que nos ayudará a entrar en un estado de concentración total de la mente, necesario para luego poder llegar a Dhyana y Samadhi.

Dhyana, representado por la flor del árbol, es el estado de meditación, de contemplación espiritual profunda. Y es la continuación de Dharana, ya que en Dharana nos concentramos en un punto único de atención, y luego de sostener esta atención, nos comenzamos a fundir con aquel punto de atención, perdiendo la identidad entre sujeto y objeto (Peña). Es allí cuando entramos en Dhyana.    

El último paso, representado por la fruta del árbol, es Samadhi. La esencia del árbol está en su fruto, y es donde el cuerpo, mente y alma se unen y se funden con el Espíritu Universal (Iyengar 101). Todas las sensaciones de separación se desvanecen, y hay una realización de uno mismo y de la unidad universal (Peña). “Samādhi-siddhiḥ īśvara-praṇidhānāt”: la perfeccion del Samadhi es la entrega a Dios (Capítulo 2, Verso 45 de los Yoga Sutras de Patanjali) (Peña). Samadhi es un espacio más allá de la conciencia normal, es la realización de uno mismo, donde todos los conceptos del ego desaparecen y la mente consciente se reconecta con la energía de toda la creación (Peña 24). De suma importancia ha sido ir conquistando cada paso previo, cada una de las 8 ramas, para lograr acceder a este estado donde nos fundimos con la divinidad.

Las 8 ramas de Patanjali son entonces un camino, una guía, pasos concretos que nos llevarán a modificar nuestro comportamiento hacia afuera, con los demás, y con nosotros mismos. Estos cambios a su vez se verán seguidos por un reconocimiento interno, de aquel espacio donde mora nuestra alma, dándole un lugar, dándole espacio para crecer y expandirse, y desde allí recibiremos los frutos de este camino.

Incorporar al yoga en nuestro diario vivir, es el yoga real, ya que es en nuestro diario vivir donde nos enfrentamos a desafíos que pondrán a prueba todo lo aprendido. Lograr aquietar la mente, lograr avanzar a través de las 8 ramas mientras vivimos nuestras vidas, en nuestro hogar, en nuestra realidad, es a lo que debemos aspirar.   

Por:
Paola Barzelatto
M.D. (UDD), MPH (Yale)
Dip BSLM/IBLM 
YRT-200
Team medicina®

 

Obras citadas:

  • Iyengar, B.K.S. El Arbol del Yoga. Barcelona, Penguin Random House, 2019.
  • Peña, Claudia. “Filosofía del yoga.” Yogamedicina, 2024, https://www.yogamedicina.net/store. Accessed 22 Abril 2024.
  • Peña, Claudia. Introducción & Historia. Yogamedicina, 2023.


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